El autoconocimiento es una herramienta que ayuda, no sólo a descubrir nuestras fallas y con ello a corregirlas poco a poco, sino también a estabilizar nuestras emociones.
Si al experimentar una emoción de rechazo, de enojo, de impaciencia, de dolor, de frustración, etc., tomamos conciencia de lo que provocó dicha emoción, estamos en posición de controlarla más fácilmente y no dejarnos llevar por lo que estamos sintiendo sin control alguno.
Al conocer el origen de una emoción podremos transmutarla, si ya no en el polo opuesto, sí en una tranquilidad surgida de la aceptación de nuestro error, de nuestro carácter propenso a reaccionar en forma exagerada ante ciertos estímulos.
Cuando poco a poco aprendamos a controlar los efectos negativos de nuestras emociones, las podremos manejar mejor y no sucumbir ante su presencia.
Las emociones provocadas por el éxito son efímeras porque el éxito cambia fácilmente de intensidad al igual que la razón que lo provoca y para quien lo experimenta le es muy difícil aceptar ese cambio. La emoción del éxito no tiene fin, cada vez se desea más sin que se llegue a la completa satisfacción. Cuando el éxito disminuye o se pierde, esa emoción se polariza a su opuesto:a la profunda tristeza y depresión. El éxito se equipara con el poder porque es una forma de sobresalir y dominar en ciertos aspectos.
La emoción provocada por el fracaso proviene de lo difícil que es asumir la falta de aceptación del público. Nuevamente es una manifestación del ego que busca neutralizar el miedo primordial y la sensación de abandono con la aceptación del mundo, lo que le provoca el sentimiento de pertenencia.
El deseo de control sobre nuestra vida y la de los demás nace del ego que se siente solo y vulnerable y cree cubrir ese sentimiento controlando todo, lo que le produce una emoción de falsa seguridad. El deseo de dominio en forma exagerada se convierte en la búsqueda del poder.
El poder es la emoción más intensa porque se cree que con él se obtiene la seguridad absoluta, poseer todo lo que se puede desear y con ello eliminar el miedo que produce la creencia de estar separado del Todo. Para obtenerlo no se repara en ningún medio, aunque se provoque daño a los demás. Una vez obtenido el poder, siempre se desea tener más, ya que nunca se logra llenar el vacío existencial. Pero el poder no produce felicidad porque quien lo sustenta está cada vez más solo, quienes lo rodean no es por amor sincero, lo adulan y obedecen para obtener ventajas personales.
La envidia es una emoción muy negativa porque el desear lo que los otros tienen produce infelicidad y amargura.
El autoconocimiento ayuda a neutralizar las exigencias del ego, ya que cuando a éste se le detecta, es el primer paso para bajar su poder sobre nuestras emociones.
La mayoría del sufrimiento humano proviene de la oposición que le ofrece la vida al ego.
Cuando se llegue al estado en el que ni el éxito ni el fracaso provoquen una fuerte emoción, se habrá logrado un gran avance en la supresión de la esclavitud del ego.
Hay también emociones positivas que no están basadas en el ego, como la compasión, la generosidad, la ayuda a los necesitados, las cuales surgen del AMOR que es nuestra esencia, por lo que causan paz y armonía.