Aprender a morir – Learning to Die

«Learning to Die» can be found below.

Aprender a morir es aprender a vivir intensamente, sin la sombra del miedo a la muerte que es lo único por lo que todo ser humano tendrá que pasar algún día y que tanto temor provoca. Si conociéramos mejor cómo funciona, la temeríamos menos y la veríamos con mucha más serenidad.

Tenemos que entender que en realidad la muerte no existe, que nuestro verdadero ser es eterno y que ésta es solamente el paso de una forma de vida a otra, que es la verdadera, después del término de una de las tantas vidas que hemos tenido en el mundo físico.

Estas líneas tienen el propósito de profundizar sobre el proceso llamado muerte y así podernos preparar mejor para ese paso tan temido y a la vez tan desconocido. Están basadas en mis experiencias que a través de muchos años y mediante mi facultad psíquica, he tenido con los llamados muertos a quienes he podido ayudar.

¿Qué pasa después de la muerte? En el momento en que el cuerpo deja de funcionar, el alma sale de él y empieza su trayectoria hacia el mundo espiritual. El desprendimiento se hace sin dolor alguno, si lo había en el cuerpo físico, desaparece y el individuo se encuentra de pronto con que está vivo, consciente y en algunas ocasiones, desorientado. Pero si su deseo es ir a Dios, de inmediato se abrirá ante él una Luz intensísima que lo cubrirá con infinito amor y lo llevará a donde le corresponde estar en el mundo espiritual, que es la verdadera vida.

Sin embargo, en ocasiones, hay diferentes razones que les impiden a algunas almas acceder a la Luz. Nuestro estado de conciencia es el que se encargará de la reacción que se tenga ante ese paso; en la vida como en la muerte cada uno es el arquitecto de su destino. Por ejemplo, el miedo al castigo, que no existe puesto que Dios es amor infinito, es algo que paraliza al recién fallecido. El apego a lo material y a los afectos que se dejan es otro factor muy negativo, ya que el alma se queda estancada en ese limbo en el que ya no se puede manifestar y al mismo tiempo, no logra ver la Luz que se le ofrece desde el mundo espiritual porque su corazón y sus pensamientos están en el plano material.

He aquí un ejemplo del caso de una persona que traté de ayudar antes de que muriera para que se fuera de inmediato a la Luz. No lo logré porque el apego a su familia era muy grande. Pero así me habló después de morir:

Entiendo que puedes escucharme, aunque nunca creí que fuera esto posible. Cuando me hablaste diciéndome que me fuera sin miedo porque el castigo no existe y que buscara la Luz, me enojé muchísimo y con mucho esfuerzo, te hice la seña de que te fueras. Vi que lo comprendiste y no te sentiste mal, sino que te saliste para dejarme en paz. Ahora, te busco porque oigo voces que me dicen que efectivamente me puedes oír, que sabes lo que pasa aquí y me podrás ayudar a encontrar mi camino.

Cuando morí, porque mi cuerpo no podía más, me costó mucho trabajo decidirme a dejar a toda mi familia que siempre me dio muestras de mucho amor y no sabía bien a dónde me iría después de muerto. Yo creía que habría alguien para juzgarme y quizá mandarme un tiempo al purgatorio, porque todos tenemos errores y cola que nos pisen, por ello lo esperaba, pero llegué aquí y no hay nadie ni para juzgarme ni para decirme qué hacer. Te oí decir que debía buscar la Luz, pero te informo que aquí no hay ninguna, sólo oscuridad y frío. No entiendo las enseñanzas que no nos previenen de lo que nos puede suceder después de morirnos, aunque muerto no estoy, veo todo lo que dejé y a toda mi familia que sigue con su vida; me doy cuenta de que nadie es indispensable y que cuando alguien desparece, la vida sigue. Estoy muy triste, todo en lo que creía no es así; con mi esposa siempre fuimos devotos y seguíamos al pie de la letra lo que manda la Iglesia y ahora me encuentro con que no es cierto todo lo que dicen.

Le contesté que sus pensamientos de apego eran los que lo tenían allí, que para salir de la oscuridad sólo tenía que solicitar ver la Luz de Dios.

Voy a hacer lo que dices, porque de todos modos lo que creía es diferente; pido la Luz de Dios… ya se abrió una luz brillantísima, me atrae con fuerza irresistible y me envuelve de amor, de felicidad, de perdón, de sabiduría, porque de repente empiezo a comprender muchas cosas; que lo único importante en la vida es el verdadero amor al prójimo, lo que incluye honestidad, generosidad, no juicio y al mismo tiempo humildad, para saber que todos somos iguales, que nadie es superior a nadie y que cada quien está en un estado de conciencia diferente que lo hace actuar, más o menos, alejado del amor incondicional. Estoy en el Cielo gracias a tu ayuda, aquí espero a todos los que amé, cuando les toque venir.

Si alguien cree que no existe nada después de la muerte física, al morir se encontrará con esa Nada, una especie de bruma que los aísla de todo contacto  con el mundo espiritual y con el físico. Otros problemas que existen para ellos son la soberbia de creerse indispensable, o la venganza hacia quien les provocó la muerte, o más aún, el haber dejado su posición de dinero y poder.

Algunas veces, cuando el alma llega al mundo espiritual, al no coincidir sus creencias con lo que encuentra, frecuentemente hay rechazo y rebeldía, pues sigue empecinada en lo que creía en vida y exige que así sea. No es que lo que descubre sea peor de lo que esperaba, pero no acepta haberse equivocado. Nuevamente aquí aparece el ego.

Hemos hablado de casos extremos y no son los más comunes. Los que generalmente mueren en un estado medio de conciencia, es decir, sin estar aferrados a su posición en esta vida, a los diferentes apegos o a alguna creencia específica, el pasaje se hace con bastante facilidad, ya que siempre hay seres de luz dispuestos a recibirlos y a ayudarlos en su readaptación al mundo espiritual.

Aprender a morir consiste, primero en desapegarse de todo lo que ofrece el mundo material, comprendiendo que han sido estímulos y herramientas para el trabajo que nos propusimos ejecutar antes de bajar a la presente vida. Después, entender que los afectos humanos significan la unión con las almas con las que decidimos interactuar en esta experiencia para avanzar en nuestra evolución. Sin embargo, no somos dueños de nadie ni indispensables en ningún caso. No es lo mismo amor que apego. En el amor se busca el bienestar y la libertad del ser amado, mientras que el apego significa posesión, control, sentirse indispensable y la creencia de que sin él no se puede vivir ni ser feliz. La verdadera libertad está en el desapego.

Otra cosa que ayuda a enfrentar la muerte con calma es vivir en el presente, sin arrastrar los sucesos del pasado, ya sean éstos agradables o desagradables, ni vivir en la fantasía de lo que todavía no sucede, por un lado los sueños de deseos por realizar y, por otro, el miedo a los acontecimientos negativos y a morir. El presente es la única realidad de la que disponemos y si a esto se aúna la aceptación de lo que nos ocurre, sabiendo que siempre se trata de condiciones que traen implícitas enseñanzas, viviremos en la paz interna.

De lo que se trata es de erradicar el miedo a la muerte sabiendo que en realidad no existe, que seguimos viviendo después de dejar el cuerpo y que la vida que nos espera es maravillosa, llena de amor y armonía. Si lo entendiéramos así, ya no habría lugar al miedo sino a la esperanza en una vida muy superior.

Learning to Die

Learning to die is learning to live intensely, without the shadow cast by the fear of death, which is the one event that every human being will experience sooner or later and is so frightening. We would be less afraid and would view death more calmly if we had a better understanding of how it works.

We must acknowledge that death does not really exist, that our true being is eternal and that it is just the transit from one stage in life to another which is the real one, when one of the many lives we have had in the physical world comes to an end.

The purpose of this article is to examine the process named death more profoundly so that we are better prepared to take this step that is as dreaded as it is unknown. The text is based on experiences that I have acquired with the so-called dead who I have been able to help with my psychic ability over the years.

What happens after death? When the body stops functioning, the soul exits that body and initiates its journey towards the spiritual world. Its detachment is effortless. Pain, should it have existed in the physical body, ceases, and the individual discovers that he is alive, aware, and sometimes, disoriented. If his wish is to go towards God, an exceptionally intense Light that envelops the individual with love will appear before him, leading him to his corresponding place in the spiritual world, which is the true life.

On occasion, however, a variety of situations can obstruct certain souls’ access to the Light. The individual’s state of consciousness will determine his reaction in the face of this transit; one is the architect of one’s destiny in life as in death. For example, fear of punishment –that is non-existent given that God is infinite love– is something that paralyzes the recently deceased. Attachment to material things and loved ones left behind is another significantly negative factor because the soul becomes stuck in that limbo where it cannot manifest or see the Light that the spiritual world offers either, since its heart and thoughts remain on the material plane.

Following is an example of a person that I tried to help before he died so that he could immediately go to the Light. I was unable to do so because of his tremendous attachment to his family. This is how he spoke to me after his death.

I understand that you can hear me, although I never thought that could be possible. I was angered when you told me to depart without being afraid because punishment doesn’t exist, and that I should seek the Light. I made great efforts and signaled you to go. I realized you understood, you weren’t upset, you went away and left me alone. I’m searching for you now because I hear voices that say you can actually hear me, that you know what happens here, and that you can help me find my way.

When I died, because my body gave out, it was very hard for me to leave my family who had given me so many signs of affection, and I didn’t really know where I’d go after my death. I thought that someone would judge me, and would probably send me to purgatory for some time because we all make mistakes and have done wrong, so I expected it, but I turned up here instead, and there is no one to judge me or to tell me what to do. I heard you say that I should look for the Light, but I want to inform you that there isn’t any light here, only darkness and cold. I don’t understand teachings that don’t warn us about what can happen to us after we die, although I’m not dead; I can see everything I left behind and my family going on with their lives. I’ve learned that no one is indispensable and that life remains the same after someone has departed. I’m so sad; this is nothing like what I believed in. My wife and I were always devout and followed the Church’s mandates to the letter only to find that what they say isn’t true.

I replied that his thoughts of attachment were holding him back; that all he needed to do to exit darkness was to ask for God’s Light.

I’m going to do what you are saying because this is different from what I believed in anyway. I request God’s Light… a bright light is opening before me, it attracts me with irresistible force and surrounds me with love, happiness, forgiveness, wisdom; I suddenly begin to understand so many things: the only thing that matters in life is loving others, which includes honesty and generosity rather than judgment, and the humility to understand that we are all equal, that no one is above anyone else, and that each person is in a different state of consciousness that makes him behave closer or further from unconditional love. I’m in Heaven thanks to your help. I’ll be here, waiting for the ones I loved when their time comes.

Emptiness is what people will find after dying if they think there is nothing after physical death, becoming submerged in a sort of haze that secludes them from any contact with the spiritual and the physical worlds. Pride, the belief that they are indispensable, or a desire of revenge against whoever caused their death, or furthermore, having left money and power behind, are other problems that they may face.

Sometimes, when the soul arrives in the spiritual world and it does not match that individual’s expectations, there may be rejection and rebellion due to unwavering beliefs, and its demand for things to be otherwise. It is not that what the soul discovers is worse than expected; it is about having been wrong. Once again, this is the ego at work.

The cases we have mentioned are extreme and uncommon. In general, the passage is relatively smooth for those who die in an average state of consciousness, meaning that they are not grasping on to their position in life, nor have other forms of attachments or specific beliefs, because there are beings of light willing to receive and help them in their re-adaptation to the spiritual world.

Learning to die initially involves becoming detached from all things that the material world has to offer in the understanding that they have been stimuli and tools for the tasks we sought out before coming into this current life. Then, accepting that our emotional ties with others represent unity with the souls that we decided to interact with in this life experience in order to advance in our evolution. However, we do not own anyone nor are we irreplaceable in any case. Love and attachment are not the same. Love seeks the loved one’s wellbeing and freedom, while attachment means possession, control, feeling indispensable, and clinging on to the belief that one cannot live or be happy without the object of one’s affection. True freedom is in detachment.

Something else that helps facing death serenely is to live in the present, without dragging incidents from the past, whether they were pleasant or not, nor living in the fantasy of things that haven’t happened yet: on the one hand, dreams we hope will come true, on the other, the fear of negative events and to die. The present is the only available reality, and if that awareness goes along with the acceptance of what happens to us, knowing that these conditions are provided for our learning, we will achieve internal peace.

It is about eradicating the fear of death with the knowledge that it does not really exist, that we continue living after having left our body, and that the life that awaits us is marvelous, full of love and harmony. There will be no room for fear, but rather, the hope for a far superior life if we are able to understand it this way.

Amor y apego

El verdadero sentido de la vida es elevar la frecuencia del alma para acceder al contacto con nuestro ser esencial. Esto se logra a través de la meditación, de la oración, de los actos de amor, de generosidad y del desapego de lo material, aún de los afectos familiares.

Una cosa es el amor y otra muy distinta es el apego. Al sentirnos separados de todo lo que existe, nos cubrimos de miedo y esto hace que nos apeguemos a lo que el mundo físico ofrece, ya sea a afectos humanos o a bienes materiales, lo que nos hace sentir más seguros.

Es muy común el apego a los seres amados, ya sea a los hijos, al compañero, al amigo, pero esto tiene mucho de control. Deseamos controlarlos con el pretexto de ayudarlos y protegerlos, pero en el fondo es soberbia de creer que somos indispensables en su vida. El apego es necesitar de su presencia, de recibir lo que nosotros entendemos por amor, es decir, satisfacción de todos nuestros deseos y esperar que el ser amado reaccione como nosotros deseamos. También hay quien se apega a su posición social, al dinero, a efectos materiales que colecciona, al país donde vive o del que es originario. Los apegos de todo tipo nos hacen creer que el objeto de nuestro apego es imprescindible para nuestra felicidad, pero ésta no depende de nada externo a nosotros, está en nuestro interior, en la plenitud que provoca la unión con el Todo.

Los apegos como las adicciones, que son una forma de apego, son medios para cubrir el vacío existencial que tenemos al haber perdido la conciencia de unidad y sentirnos separados. La adicción al alcohol, al tabaco, a las drogas, al trabajo es una manera de escapar a la realidad que nos tocó vivir y a enfrentar la vida como se nos presenta, tratando de tapar el miedo que nos provoca el sentimiento de soledad y abandono.

El amor es dar libertad al ser querido, promover su bienestar como él lo entiende, no tratar de cambiar nada de su personalidad y darle amor desinteresado. El amor acepta, es tolerante, no enjuicia, da siempre lo que se necesita sin esperar nada a cambio. Si se ama así, se logra la plenitud y la paz interna pues estamos actuando en armonía con lo que somos en realidad y eso ayuda a que se manifieste cada vez mejor nuestra luz interna.

El amor es unión, es la energía más poderosa, la que une al Creador con sus creaturas y sus creaturas entre sí. Nuestra esencia es amor, ya que en realidad somos todos UNO pero estamos viviendo la ilusión de la separación.

Un ejemplo de cómo un apego disfrazado de amor puede pasar de una vida a otra, es el siguiente caso.

A una señora a la que llamaremos Margarita, se le presentó la oportunidad de ir a la India. Aunque a ella le encanta viajar a todos lados, cuando aceptó y antes de empezar el viaje, comenzó a sentirse mal, con desasosiego, intranquila, con una especie de ansiedad. No entendía qué le pasaba pero no hizo caso y  se decidió a ir. Durante toda la estancia en ese país no encontró la calma, había algo que la atormentaba sin comprender la causa.

Al regresar a México, estuvo sumamente fatigada, no lograba salir de su casa pues sentía una opresión que le impedía cualquier actividad. Después de buscar ayuda con diferentes personas y de distintas maneras sin obtener ningún resultado, vino a verme.

Encontré que Margarita traía pegada a su aura una entidad que había sido su marido durante una vida que tuvo en la India. Él habló así:

–          Me encuentro muy bien junto a ti, por fin te encontré, me hacías mucha falta y desde que perdí mi cuerpo te he buscado en todo el país, hasta que de repente apareciste venida no sé de dónde.

 

–          ¿Por qué te fuiste de nuestro país? Yo no concibo la vida fuera de aquí. Cuando fuiste mi mujer te amaba con pasión, aunque es cierto que a veces fui muy duro contigo, pero yo quería que hicieras lo que yo esperaba. Tu no siempre me obedecías, por lo que te tenía que castigar para lograr el orden que era necesario tener en nuestra casa.

 

–          Es verdad que a veces los golpes eran algo duros, es cierto que una vez fueron de tal manera duros que no los soportaste y te moriste. El dolor que eso me causó ha sido enorme y sólo quería encontrarte para pedirte perdón y decirte lo mucho que te amo. Ahora ya no te dejaré y sólo quiero que me digas que me perdonas.

 

Ya no te corresponde estar en este plano – le dije – como te consta, ya no tienes cuerpo, por lo tanto nadie te puede ver ni oír. Lo que tienes que hacer es buscar la luz para salir de la oscuridad y el frío que te rodea. Sólo pídela y una luz maravillosa te llevará a donde debes estar en tu estado actual.

-¿Quién eres tú que me indica lo que tengo que hacer? Además de todo eres una mujer y las mujeres no saben nada. ¿Quién te da el derecho de darme una orden? Aquí me quedo y no voy a ninguna parte.

Sonreí ante los conceptos machistas que eran propios de la cultura a la que pertenecía y le aconsejé que solicitara ver la Luz donde se encuentra un mundo lleno de paz, amor, armonía y felicidad.

-Veo que ya no me das ordenes pero, ¿Cómo puedo creerle a una mujer que se ha reído de lo que le dije a mi amada Leila y que me dice que hay otra vida que ahora es para mí?

Margarita le habló diciéndole que lo perdonaba, que debía hacerme caso porque lo que le tocaba en su actual situación era ir a esa vida donde sería inmensamente feliz.

            -Qué bonito me hablas, mi amor, creo que lo dices de todo corazón y te lo agradezco, pero no estoy seguro de quererme ir ahora que ya te encontré.

Nos concentramos en enviarle luz rosada de amor para despegarlo de la atracción del plano físico y finalmente le dijo:

-Abre tu corazón para recibir mi amor y si lo que te hace feliz es que vaya a esa luz iré y allí te esperaré…Ya vi un resplandor que se agranda cuando me acerco, es verdaderamente brillante y me acoge con mucho amor, hay perdón, se siente un enorme bienestar. Gracias, me has dado la felicidad absoluta. Empiezo a comprender muchas cosas.

Cuando el individuo es exageradamente egocéntrico, al estar tan separado de sus congéneres, le es imposible amar. Esto le produce una gran infelicidad. He aquí un ejemplo.

Una joven vino a verme porque su padre había muerto y a pesar de no haberse ocupado de ella correctamente, sentía su presencia continuamente.

-Quisiera decirte que fui muy infeliz en mi vida por la imposibilidad que tenía     de amar. No te puedo explicar lo que eso significa pero es una gran soledad del alma. –Comenzó diciéndole- Se tiene una incapacidad de acercarse a otras almas y sólo te importa lo que acontece a tu propia persona, pero eso es tan estéril que te convierte en un ser amargado, seco y agresivo.

-Así fui yo y en cuanto perdí mi cuerpo pude ver lo que fue mi vida, lo mal que me porté con todos los que me rodearon, entre los que te encontrabas tú. Perdóname por haber sido tan mediocre, como bien me describiste, pero no me daba para más mi estado de conciencia. Aquí llegué gracias a la ayuda de unos seres maravillosos y encontré lo que significa el amor. Aquí se experimenta a raudales y se ve la vida que finalizó de una manera muy real, no hay lugar a justificaciones y créeme que se sienten unos remordimientos tales que el verdadero castigo son estos.

-Sólo te pido que me perdones por haber sido tan mal padre y que desde aquí trataré de ayudarte lo mejor que pueda. Con el amor que he aprendido en este sublime lugar, te cubro y te bendigo.

Esto nos demuestra que sin amor no se puede ser feliz porque nuestro verdadero ser no es más que AMOR.