El infierno – Hell

«Hell» can be found below.

El verdadero sentido de la existencia individual está en manifestarnos, cada uno de diferente manera por habérsenos proporcionado el libre albedrío. Al estar experimentando voluntariamente la separación, el miedo que confiere el sentirnos solos y aislados de cuanto existe y de Dios, nos empuja en un principio a actuar en contra del amor, que es unión. El Creador acepta estas actuaciones que a la larga, mediante la ley causa-efecto, nos harán redescubrir la unidad con Todo lo que Es. ¿Cómo podría castigarnos cuando  está de acuerdo en esas experiencias que también Él vive, ya que su esencia está en todo lo que existe? Dios es amor y misericordia infinitos, no es posible que castigue pues sería una contradicción.

Todo sale del Creador y después de manifestarse vuelve a Él. Aunque nos alejemos del camino de retorno, siempre hay una fuerza que nos atrae a su seno; los desvaríos de sus criaturas se compensan siempre con la ley causa-efecto, lo que ocasiona que se vuelva a la ruta correcta. Nunca, ninguna de sus criaturas permanece apartada porque todas son parte integrante de esa Fuente de Toda Vida que es el Todo.

De esto resulta que el llamado Infierno eterno no exista. No hay ningún castigo por los errores que se cometen, sólo situaciones que van dirigidas a restablecer la armonía perdida por falta de amor y de humildad.

Cuando el alma de un ser humano se aleja drásticamente del amor, hay circunstancias promovidas por la ley causa-efecto que le harán comprender su error. Sin embargo, hay almas muy rebeldes que a pesar de ello siguen inmersas en la soberbia de desconocer la existencia de un Ser Supremo, sintiéndose únicos y separados del resto. Esta situación les provoca una gran infelicidad, ya que se están cerrando voluntariamente a la Luz del Creador y por lo tanto a la suya propia; esto es lo que podríamos entender por Infierno. Dicho estado es voluntario y no eterno, ya que generalmente salen de él con la asistencia de altos seres de Luz que vienen a su rescate.

Las almas que se estacionan en el Bajo Astral por diferentes razones, como la culpa, el odio, la venganza, los diferentes apegos, la creencia de que nada existe después de la muerte física, se encuentran en un plano oscuro y frío mientras no ven la Luz. Es una situación muy desagradable pero también, a la larga, logran liberarse y dirigirse al plano que les corresponde en el mundo espiritual.

El castigo que supuestamente merecen los suicidas, tampoco existe. Cuando un individuo decide suicidarse, generalmente lo hace para evadir los obstáculos de su vida que ya no puede soportar. Cree acabar con ella, pero al constatar que ésta no se acaba y que los problemas que creía resolver con ese acto siguen vigentes, se llena de culpa y de remordimiento. Se da cuenta de que fue un acto de cobardía por no enfrentar con valor los problemas que se le presentaron, que con su actuación provocó mucho dolor a sus seres queridos, lo que lo sume en un estado de desesperación. Así vaga por el Bajo Astral sin saber qué hacer ni a dónde dirigirse. Muchos esperan el castigo que creen merecer por su acción insensata. Esta situación bien podríamos describirla como un Infierno, pero en ningún caso es eterna, a estos seres se les ayuda también a encontrar la Luz.

Se puede vivir un infierno en vida cuando ante las circunstancias que se nos presentan no tenemos el valor de afrontarlas y nos rebelamos. Cuando hay aceptación, aún los obstáculos más difíciles se pueden superar; el dolor es parte de la vida pero cuando se aceptan las condiciones que lo provocan, el sufrimiento no aparece.

Tenemos que entender que no hay castigo divino, sólo el amor infinito de nuestro Creador que nos sostiene a lo largo de nuestra evolución.

Cuando dejamos el cuerpo, se ven con increíble claridad todas las actuaciones que tuvimos durante esa última experiencia. Ya no hay lugar a auto justificaciones, se perciben en su justo medio todos los errores y faltas de amor, así como los efectos que nuestra actuación errónea provocó en los demás. Es entonces cuando surgen los remordimientos y el dolor que estos confieren, lo que ayudará a tratar de corregirlos en una próxima existencia.

A continuación transmito el mensaje de un amigo que me habló desde la Luz:

Me dirijo a ti para decirte lo mucho que me sirvió la lectura de tus libros. El hecho de buscar la Luz en cuanto me vi fuera de mi cuerpo me salvó de momentos de angustia y desorientación y llegué de inmediato a este mundo maravilloso gracias a tus enseñanzas. Una vez que llegué, me encontré con un mundo que no esperaba. No sé qué creía al respecto, no me lo cuestionaba porque estaba demasiado ocupado con mi carrera, mi trabajo que tantos premios y reconocimientos me dio. Sí, me envolví en mi ego al sentirme muy superior y, créeme que eso me ha costado lágrimas de sangre al llegar a este mundo excepcional. Efectivamente el castigo no existe, como bien te lo han dicho, pero los remordimientos son peores. Cuando se te presenta lo que fue tu vida y te ves de cuerpo entero con todas tus fallas, sobre todo tu enorme ego, es difícil aguantarlo. Sientes en carne propia lo que les hiciste pasar a los demás como consecuencia de tus defectos. Claro que tampoco te voy a decir que fui malo, sólo soberbio y eso necesita corregirse en una próxima experiencia, porque aquí me he dado cuenta de que la existencia es eterna y nuestra evolución se lleva a cabo mediante muchas diferentes vidas en la materia física. Cuánto te agradezco que me oigas para que des como ejemplo lo que no se debe hacer, aun cuando se tiene éxito en lo que se emprende. Aquí he logrado comprender que lo importante es la humildad, el amor y la generosidad. En lo primero fallé, porque humildad no quiere decir sentirse menos, sino aceptarse con las cualidades que se tienen, agradeciendo al Creador por habérnoslas dado, sintiendo en todo momento que es Él mismo quien se manifiesta a través nuestro, en lugar de sentirse especial y superior a los demás.

Ahora me doy cuenta de que si me hubiera percatado a tiempo de ese defecto mi vida hubiera sido distinta, porque el ego produce infelicidad a propios y a ajenos. Te digo todo esto para que sepas que aquí, al llegar, se revisa la vida que acaba de terminar con sus errores y aciertos y son los primeros los que nos hacen sufrir.

Como se puede entender, son los remordimientos los que nos sirven para corregir los errores y acercarnos cada vez más al descubrimiento de nuestro verdadero ser que es AMOR.

Hell

The true meaning of our personal existence is in manifesting ourselves, each one in different ways because we were given free will. As we voluntarily experiment separation, the fear of feeling alone and isolated from all existing things and God, we are initially pushed to act against love that is union. The Creator accepts these actions, that on the long run, through the law of cause and effect, will lead us to rediscover togetherness with All that Is. How could He punish us when he agrees with those experiences that He shares in given that his essence is omnipresent? God is infinite love and mercy; He cannot punish us because it would be contradictory.

All things come from the Creator, and after manifesting, return to Him. Although we stray on our way back, there is always a force that attracts us towards him. The law of cause and effect, taking us back to the right path, always compensates for His creatures’ shortcomings. None of His creation will remain separate because we are all an integral part of the Source of All Life that is the Whole.

Consequently, so-called Hell does not exist. There is no punishment for the mistakes we make, only situations directed towards reestablishing harmony that has been lost due to a lack of love and humility.

Circumstances promoted by the law of cause and effect will make a human being’s soul understand its faults when it distances itself from love. However, there are rebellious souls that, notwithstanding, remain submerged in pride, ignoring the existence of the Supreme Being, feeling alone and apart from the rest. Situations like this engender profound unhappiness, as those souls are voluntarily shutting out the Creator’s Light, and henceforth, their own. That condition can be interpreted as Hell. But it is voluntary and is not eternal since those souls are generally able to exit with the aid of highly beings of Light who come to their rescue.

The souls that remain in the Lower Astral for a variety of reasons such as guilt, hatred, revenge, a variety of attachments, the belief that nothing exists after physical death, and so on, are in a dark, cold plane until they see the Light. It is a miserable situation, but with time, they will free themselves and go towards their corresponding plane in the spiritual world.

Punishment, allegedly deserved, for suicides does not exist either. When an individual takes his own life, it is generally to avoid obstacles that he could no longer endure. He believes that he has done away with his life but when he discovers that it does not come to an end, and that the problems he thought would be solved by killing himself remain, he becomes guilt-ridden. He realizes that it was a cowardly act on account of not being able to face the issues he encountered with courage, and that his actions brought grief upon his loved ones, sinking him into desperation. Hence, he wanders in the Lower Astral not knowing what to do or where to go. Many expect punishment that they believe is warranted for their senseless act. We could describe such a scenario as Hell, but again, it is not everlasting, and these beings will also be helped to find the Light.

We can be submerged in a living hell when we are not brave enough to confront our circumstances and choose rebel instead. Even the greatest obstacles can be surmounted when there is acceptance; pain is part of living but when the conditions that cause it are accepted, there is no suffering.

We must understand that there is no such thing as divine punishment, just our Creator’s boundless love that sustains us throughout our evolution.

It is unbelievable how clear actions from our most recent experience become once we have left our body. There is no more room for justifications, and our mistakes and failings to love take on their true dimensions, just like the effects of our wrongdoing on others. That is when remorse takes over and the pain it causes can help us to correct them in a future experience.

Following is a message from a friend who spoke to me from the Light.

I’m speaking to you to tell you how helpful it was for me to read your books. Seeking the Light when I left my body saved me from the anguish of feeling lost, and I immediately arrived in this wonderful world thanks to your teachings. Once I was here, I found a world that I didn’t expect. I don’t know what I thought about it. I hadn’t questioned myself before because I was too busy with my career, my work and the awards and acknowledgements I received. Yes, I was enveloped in my ego, feeling so above it all. And believe me, I cried bitter tears when I arrived to this exceptional world. As you have been told, punishment doesn’t exist but regrets are worse. It is so difficult to bear when you are presented with your life and you see the whole of yourself, with all of your flaws, and mainly, your enormous ego. You feel what you put others through as a result of your defects in the flesh. I don’t mean to say I was evil, I was proud, and that needs to be repaired in another experience, because I now realize that existence is eternal and our evolution occurs over the course of many different lives in physical matter. I thank you so much for listening to me so that you can give others examples of what they shouldn’t do, even if they succeed in every undertaking. I have finally understood that humility, love and generosity are all that matter. I failed on the first count, because humility is not feeling that one is lesser, it is to accept oneself with one’s talents, thanking God for having granted them to us. Recognizing at all times that it is He, manifesting Himself through us, instead of feeling special and better that the rest.

I now know that if I had been aware of this character flaw earlier on, my life would have been different, because the ego only causes us unhappiness and to everyone around us. I’m sharing this with you so that you know that when we arrive here, the life that has just ended is examined with the good and the bad, and it is the latter that makes us suffer.

It is clear through this testimony that it is through repentance that we learn to correct our mistakes and approach the discovery of our true self, which is LOVE.

Porqué algunas almas no van al Mundo Espiritual

Al morir el ser humano, el alma deja el cuerpo que le sirvió de vestido para manifestarse en el mundo físico y debe dirigirse al Mundo Espiritual, que es a donde le corresponde estar. Todos sin distinción tienen que regresar a él, pues es allí la verdadera vida, ya que la que vivimos en la Tierra no es más que una de tantas experiencias en el largo camino de la evolución. No obstante, algunas almas no se dirigen de inmediato a la Luz por estar aferradas a los intereses y pensamientos que tenían en el momento de la muerte.
Cuando decidimos incursionar en el mundo dual, del olvido de nuestro verdadero Ser, nos cubrimos de miedo al creernos separados de nuestros semejantes y de Dios, lo que da lugar al Ego. Es el Ego el responsable de lo que se entiende por maldad, porque al tratar de cubrir ese miedo desarrollamos una serie de comportamientos dirigidos a sentirnos más seguros, como son: la necesidad de sobresalir, de ser aceptados y reconocidos, de posesiones materiales y sobre todo de controlar. En un principio cualquier método es bueno para obtener esto, lo que provoca todo tipo de acciones negativas, pero poco a poco, mediante las diferentes vivencias en las que no obtenemos la plenitud deseada con ninguno de esos comportamientos, vamos eliminando el Ego separatista para regresar a la conciencia de unidad y terminar así con las diferentes vidas en el mundo físico. Pero mientras esto sucede, cada vez que venimos a él nos involucramos con lo que este mundo ofrece.
En el momento de la muerte física, generalmente, si el individuo no se apega a lo que dejó, ve la luz que emana del Mundo Espiritual que lo atrae y lo lleva al plano que le pertenece según su estado de conciencia. Sin embargo hay varias razones por las que los espíritus se quedan en ese limbo denominado el Bajo Astral, que no es ni el mundo material ni el espiritual. Son sus pensamientos los que los atan a ese plano y les impiden ver la luz que brilla para todos, “buenos” y “malos”.
El apego a lo que dejaron sobre la Tierra, a los seres queridos, a los bienes materiales, al poder, es una de las razones que les impiden elevarse a esferas superiores. Algunos que ni siquiera se han percatado de que están muertos, se desesperan porque nadie los ve ni los oye y no saben a dónde ir. Otros, a pesar de darse cuenta de que han fallecido, se niegan a moverse de donde están, ya sea por culpa, por miedo al castigo que creen merecer o por rebeldía ante el suceso de su muerte. También se encuentran en la oscuridad los que estando envueltos en soberbia, niegan la existencia de un Ser Supremo y un poder superior a ellos.

Entre las múltiples experiencias que he tenido ayudando a aquellos que están atorados en el Bajo Astral, el siguiente ejemplo nos muestra el caso de un alma que estaba fuertemente apegada al control y a las posesiones materiales, lo que le impedía ver la Luz. Me llamaron en una casa donde había todo tipo de manifestaciones paranormales. Se trataba del alma del antiguo dueño de la casa que se encontraba atrapado por sus pensamientos de apego y control, que me dijo lo siguiente:
– Necesito que les digas a mis familiares que hicieron un error garrafal al vender esta casa. Yo se los dije mil veces pero no me hicieron caso. Su patrimonio se convirtió en cero y ahora no saben qué hacer. Sí, soy su padre y quisiera que esta casa volviera a ellos y por eso no me voy de aquí hasta que los nuevos dueños se aburran y la dejen. Entonces mi familia volverá a comprarla porque yo los estoy ayudando a obtener el dinero.
Después de convencerlo de que ya no le tocaba estar allí, encontró al fin la Luz.

– Me voy al Paraíso, no puede tratarse de otra cosa, aunque no lo merezco, pero hay un tal amor que emana de esa luz que todo lo limpia y perdona.

En una ocasión, una familia me pidió ayuda porque su bebé lloraba constantemente durante la noche. Mis guías me dijeron: ”Allí se encuentra una mujer que murió sin descendencia y con la obsesión de ser madre; al ver al bebé, lo siente como si fuera suyo y por eso está con él, sobre todo en la noche, en la que suele cargarlo cuando su cuerpo astral se separa del físico. Por esa razón el niño llora”. A continuación, la traté de convencer de que dejará ese lugar y al niño que no le pertenecía, porque ella se encontraba en un plano diferente al material y ahora le correspondía ir a una vida llena de amor y armonía.

– ¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer? Aquí encontré a mi hijo y no pienso dejarlo. El verdadero problema que siempre he tenido es mi rebeldía. Nunca quise hacer lo que me decían para poderme embarazar y el tiempo se acabó. Me dices cosas que no creo. No hay más vida que le que dejé. Es cierto que no soy feliz, pero dónde puedo serlo si nunca fui capaz de tener un hijo, que era toda mi ilusión.

Finalmente, desapegándose de su obsesión, logró acceder al Mundo Espiritual.

Cuando la muerte es súbita, muchas veces los individuos no se dan cuenta de que murieron y se encuentran completamente desorientados. Este es el caso de una mujer que fue secuestrada y después asesinada.

– No sé quién eres pero oí voces que me trajeron hasta aquí y veo que me escuchas. No sé qué me pasó, después de que me secuestraron me tuvieron en una casa de seguridad en unas condiciones infrahumanas. Me pidieron todas las indicaciones para comunicarse con mi familia y solicitar el rescate. Parece ser que lo obtuvieron pero no se atrevieron a entregarme porque yo los había visto bien y oído sus voces. Decidieron que más valía hacerme desaparecer y de pronto entraron al cuarto donde me tenían, me hicieron levantarme y estando de pie me desmayé y ahora no sé dónde estoy. Me pregunto si estoy muerta o me llevaron a un calabozo para desaparecerme.

La convencí de que estaba muerta y que ahora debía ir al mundo espiritual, lo que la liberó.
La culpa es otro obstáculo que les impide a los espíritus ir a donde les pertenece. Esta situación se encuentra muy a menudo entre los suicidas, como el caso que sigue a continuación.

– Lo que hice fue una soberana idiotez, estaba en un estado de depresión que trataba de esconder, pero que me ahogaba. No encontraba el sentido de la vida, me atarantaba con amistades y jolgorios, pero en el fondo sentía una soledad aterradora. Me culpo de haber hecho esa acción que provocó tanto dolor a mi familia pues creyendo que acababa con mi horrible vida, me doy cuenta de que no acabé con nada y que ahora me siento peor todavía y sin remedio. Pido perdón por lo que hice y porque no busqué de manera eficiente solución a mi problema de depresión. ¿Por qué estaba deprimido? No lo sé a ciencia cierta, sólo encontraba que nada me satisfacía, teniendo todo lo que normalmente se necesita para ser feliz. Ahora me doy cuenta de que no había una verdadera razón para ello, pero había algo en el fondo de mí que me producía una insatisfacción profunda.
Pido perdón a todos a los que hice sufrir con mi acción insensata. Por favor diles que me arrepiento hasta lo más profundo.

Le contesté que el castigo no existe, sólo el amor y la misericordia infinitos de Dios. Lo único que tenía que hacer es pedir ir a la Luz.

– ¿Qué me dices? ¿Cuál luz? Sólo hay oscuridad en este lugar, además no merezco ir a la Luz después de lo que hice. No puedo pedir una luz que no es para mí, mientras esté vivo seguiré aquí en castigo por lo que hice. Muchas gracias por tus buenas intenciones pero sigo sin creer en esa luz maravillosa de la que me hablas, y si existe, no es para mí.

Le insistí en la inexistencia del castigo, en que solicitara la luz que lo liberaría y lo llevaría a donde debía estar.

– Pido ver la luz que no merezco y salir de la oscuridad…es cierto, ya se abrió una puerta de donde emana una luz incandescente que no quema ni deslumbra. Me atrae con fuerza irresistible y es, como dices, llena de amor y de perdón, se siente tal felicidad que no hay palabras para describirlo… Me voy al Cielo porque no creo que se trate de otra cosa. Ahora comienzo a comprender muchas cosas, aún el motivo de mi depresión que era por la falta total de espiritualidad; creía encontrar la plenitud de la vida en cosas materiales, pero en el fondo lo que buscaba era a Dios. Aquí se siente su amor y su existencia de una manera indiscutible.

Cuando las personas se rebelan ante su muerte les es difícil cambiar sus pensamientos de inconformidad ante el destino. Una mujer joven que murió después de una enfermedad larga y dolorosa, no podía resignarse ante lo inevitable y llena de enojo me habló así:

– Nunca creí en tus ideas tontas y ahora menos que nunca pues me encuentro con que perdí mi cuerpo pero sigo viva. No entiendo por qué me quitaron una vida que me encantaba, por qué hay tantas injusticias, porque lo que me pasó es injusto y no quiero oír idioteces como que Dios da las penas para después premiarte ¿A dónde está el premio? Esto es horrible, ya no tengo dolor físico pero estoy en la nada, lejos de mi familia y de mi marido, no entiendo qué es esto, sólo una enorme injusticia.

– La única manera de salir de esa oscuridad helada en la que te encuentras es cambiar tus pensamientos de rebeldía y solicitar ir a la Luz, que es donde te corresponde estar, en un mundo lleno de paz y felicidad – le contesté

– No creo que sea más feliz de lo que fui, pero haré lo que dices a ver qué pasa. Veo ya una puerta de donde sale una luz muy intensa, me acerco y me cubre con un bienestar inmenso, se experimenta amor, compresión, felicidad, es cierto. Sé que fui muy soberbia al no aceptar que ya me tocaba irme y me arrepiento porque esto es maravilloso. Negué a Dios y a su gloria y ahora veo que sí existen, me enterqué en seguir con vida cuando ya no me tocaba…me doy cuenta de tantas cosas, de mis errores al no aceptar mi destino, pero si supiéramos la existencia de esta maravilla no nos agarraríamos a la vida física como lo hacemos.

– Negué todo, desde la existencia de Dios hasta la vida después de la muerte y por eso tenía tanto miedo de ya no existir ¡Qué necia fui! Me doy cuenta ahora de cuánto perdí al no acercarme a la espiritualidad pues no hubiera sufrido como sufrí.

Estos ejemplos nos muestran cómo nuestra mente no sólo rige nuestra vida pero también la muerte. Ésta puede ser tan feliz o dolorosa según la dirección de nuestros pensamientos. Si ellos son de aceptación, desapego a lo que se queda y deseo de ir a Dios, la transición será muy fácil y liberadora, pero si hay apego, deseo de venganza, rebeldía, culpa, soberbia, nos quedaremos atrapados en un plano en el que ya no nos toca estar.