La aceptación – Acceptance

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La aceptación significa admitir los errores y defectos propios y ajenos sin enjuiciarlos, tomando consciencia de que hemos venido a esta dimensión a experimentar la imperfección, para que poco a poco vayamos descubriendo lo que somos en realidad. Al olvidar que somos parte integral de Dios, que venimos de Él y que a Él habremos de volver, entramos en un estado de olvido en el que no entendemos bien de qué se trata la vida en la materia. Entonces desarrollamos una serie de comportamientos que tienen como finalidad cubrir el miedo que nos provoca creer que estamos solos y separados del Todo y tratar así de eliminar el vacío existencial que experimentamos con el olvido de nuestra verdadera naturaleza que es amor, unión. Surge en nosotros la necesidad de ser superiores a los demás, lo que nos da seguridad, de ser aceptados y reconocidos por nuestros logros; el deseo de posesiones materiales y de controlar a todo y a todos, lo que se traduce en poder. El Ego es el que se alimenta de esto.

Quien tiene una baja estima de sí mismo es porque no acepta su vida ni su persona, desearía ser más rico, más popular, más bello, más poderoso; en suma, busca la superioridad en todos los aspectos; desearía que cualquier cosa que haga fuera perfecta y no acepta equivocarse. Todo esto es Ego. El perfeccionismo, entendido de esa manera, es un obstáculo para la humildad. Tratar de hacer lo mejor que uno puede en todo lo que se emprende es lo que se debe hacer, pero si no se obtiene la perfección, que no existe, entonces hay que aceptarlo.

Aceptación también es estar en armonía con las circunstancias que nos tocan vivir, las cuales hemos diseñado antes de venir al mundo de la materia y que son las herramientas que nos servirán para obtener lo que nos propusimos antes de encarnar. Con ellas podremos trabajar las virtudes que necesitamos desarrollar y sabremos cuáles son si observamos nuestras fallas. Si nos falta generosidad, por ejemplo, es eso lo que tenemos que trabajar, practicándola cuando se presente la oportunidad; si es la paciencia lo que venimos a aprender, tratar de ser paciente aún delante de circunstancias difíciles de aceptar; si el orgullo es el que nos domina, debemos auto observarnos para transmutarlo en humildad. Cuando es el control sobre los demás y sobre nuestra vida lo que no podemos resistir, habrá que soltarlo y aceptar a los otros como son, respetando sus decisiones y, a la vez, fluir con lo que nos toca vivir.

La aceptación es no rebelarse ante los obstáculos que se nos presentan en la vida, que por dolorosos y difíciles que sean, son siempre una oportunidad para crecer y volverse más fuertes. Superar el reto que representan las dificultades de la vida es un aprendizaje que está implícito en él, como pueden ser: el desapego, la generosidad, la compasión, la misericordia, el perdón, etc.

No hablamos con esto de conformismo. Luchar por mejorar nuestras condiciones o por obtener un objetivo justo es válido, pero cuando éste no se da, a pesar de un gran esfuerzo, hay que dejarlo ir porque quiere decir que ese no era el camino.

El Ego es el principal enemigo de la aceptación, es el que busca controlar todo, ser perfecto, promoviendo toda clase de deseos que buscan tapar la infelicidad que produce la separación. Si el ser humano busca llenar el vacío con deseos banales de todo tipo, encuentra que a cada deseo cumplido le sigue otro de inmediato, que cada objeto deseado y obtenido no lo llena como esperaba, pues el placer que le proporciona es efímero. Así pasamos la vida, envueltos en deseos que se suceden unos a otros sin obtener nunca la plenitud esperada. Surge un sentimiento profundo de insatisfacción después del fugaz placer del deseo cumplido; entonces, sobreviene la sensación de no tener suficiente, de necesitar más, de poseer más y nunca hay fin a este deseo.

La culpa es la no aceptación de nuestros errores. Una cosa es tomar conciencia del error que cometemos para tratar de no repetirlo y otra es culparnos por haberlo cometido y no haber sido perfectos. Esto también es Ego.

Una persona que no lograba ir a la luz del mundo espiritual por la culpa y la no aceptación de lo que fue su vida, me pidió ayuda:

Oí voces que me trajeron diciéndome que puedes ayudarme. ¿Qué puedo hacer para salir de este calabozo? Morí lleno de culpa por haber desperdiciado mi vida con el alcohol. Me volví alcohólico porque la vida que tenía no me satisfacía. Ayer te oí decir que hay que aceptar lo que uno tiene que esa es el arma que tenemos para enfrentar la vida y con ella llevar una vida de amor y generosidad. Eso es exactamente lo que no hice, siempre deseaba lo que no tenía y estaba muy descontento con mi vida y mi persona, lo que me empujó a la terrible adicción al alcohol que me costó la vida. Desde entonces sólo vivo de reproches y no sé a dónde ir. ¿Tú sabes qué podría hacer?

Después de ayudarlo a liberarse de su culpa, se dirigió a la Luz y dijo:

Me siento dichoso en esta luz, empiezo a comprender muchas cosas: que el amor, la generosidad y la aceptación de nuestras circunstancias es lo que debemos practicar en la vida para avanzar. Estoy muy feliz, gracias por indicarme el camino de la liberación.

La separación que voluntariamente estamos experimentando nos produce una gran desolación y lo único que llenará el vacío del alma es encontrar quiénes somos en realidad, nuestro verdadero ser que es amor y unión con el Universo que es Dios y su Creación.

Acceptance

Acceptance means admitting one’s own mistakes and flaws, and those of others without passing judgment, being mindful that we have come into this dimension to experience imperfection, and to slowly discover what we really are. When we forget that we are an integral part of God, that we have come from Him and will return to Him, we enter a state of disremembrance where we do not clearly understand what life in matter is about. We then develop a series of behaviors to mask our fear, which comes from believing that we are alone and detached from the Whole, in an attempt to fill the existential void that we are confronted with because we have forgotten our true nature that is love and unity. We feel the need to stand out above the rest, to be accepted and to gain recognition for our accomplishments, a desire for material things, and to control everything and everyone around us. All of this is power and the Ego feeds on it.

Those who have low self-esteem do not accept themselves or their life. They covet being richer, more popular, more beautiful, and more powerful… In a word, they seek superiority in every way, craving to be perfect in everything they do and never acknowledging their mistakes. All of this is Ego. Perfectionism, when understood in these terms, is an obstacle for humility. One should always try to do one’s best in every task in life, but when perfection is not achieved because it does not exist, one must be accepting.

Acceptance also implies maintaining harmony with the circumstances we live in, which we designed before we came into the world of matter, and are the tools that will help us in attaining the goals we set for ourselves before incarnating. With them, we can work on the virtues that we need to develop and will be able to identify them if we take a close look at our shortcomings. For example, if we are lacking generosity, that is what we ought to focus on, practicing it whenever the opportunity arises. If patience is what we need to learn, we must try to be patient even in the most difficult of circumstances. If we are overpowered by our pride, we should be observant in order to transmute it into humility. When we are compelled by the desire to control everyone else and every detail in our lives, we have to release that need and accept people for who they are, respecting their decisions as we flow with the life we chose to live.

Acceptance is to not rebel in the face of problems that arise in our lives. Regardless of how painful and complicated, they are always an opportunity to grow and become stronger. Overcoming the challenges that life’s difficulties represent is the learning that they bring: detachment, generosity, compassion, mercy, forgiveness, etc.

We are not referring to conformism here. Struggling to improve our conditions or to reach a fair goal is valid, but when it does not happen regardless of our greatest efforts, we need to it let go because it means we are not on the right path.

The most formidable enemy of acceptance is the Ego. It seeks absolute control, to be perfect, and promotes all sorts of desires to cover up the discontent that is sourced in separateness. When an individual seeks to fill the void with mundane desires, he discovers that with each one that comes true, another immediately follows, that the objects of his desire do not bring the satisfaction he is longing for because the pleasure that comes with them is ephemeral. And so, life carries on as a succession of desires that do not provide the expected fulfillment. A deep sense of dissatisfaction follows the fleeting gratification of a wish that is granted. Then comes the sensation of never having enough, always needing more, having more, and that desire never comes to an end.

Guilt is non-acceptance of our mistakes. Becoming aware of a mistake we made to try to not repeat it is one thing but it is different to blame ourselves for having made it, for not having been perfect. This is also Ego.

A person who could not go to the Light of the Spiritual World due to guilt and non-acceptance of his life asked me for help.

I heard voices that brought me saying that you could help. How do I escape this prison cell? I was guilt-ridden for having wasted my life on alcohol when I died. I became an alcoholic because I was not satisfied with my life. Yesterday, I heard you say that people should accept what they have, that they are tools to face their lives, and to use those tools to live a life of love and generosity. That is exactly what I didn’t do. I always wanted what I didn’t have and was very unhappy with my life and myself. That pushed me into alcoholism, that horrible addiction that took my life. Since then, I live in disapproval and don’t know where to go. Do you know what I can do?

After helping him free himself of his guilt, he went towards the Light and said:

I feel happy in this light, I’m beginning to understand many things: that love, generosity, and acceptance of our circumstances is what we need to practice in order to advance. I’m overjoyed; thank you for showing me the path to liberation.

Separation, which we are voluntarily experiencing, produces profound desolation, and the only thing that will fill the emptiness in our soul is to find who we really are, our true self that is love and unity with the Universe that is God and His Creation.

El Ego

Cuando nos separamos en conciencia del Todo -aunque no en realidad, ya que esto es imposible- nos cubrimos de miedo al sentirnos solos y aislados de lo que nos rodea. El miedo es el que mueve al mundo, es el que empuja al ser humano a actuar en contra del amor, al ser su contrario, por lo que aparecen las actitudes de codicia, avaricia, envidia, mentira, engaño, ira, apego, vicio, crueldad y maldad en todas sus formas.

Para contrarrestar el temor que nos produce vivir en la dualidad desarrollamos  una serie de comportamientos para cubrirlo, como la necesidad de sobresalir sobre los demás para sentirnos más seguros, de  ser aceptados, lo que nos da la sensación de pertenencia y de ser amados, de ser reconocidos por nuestros logros para elevar nuestra autoestima; necesitamos también de posesiones materiales que satisfacen temporalmente nuestro vacío existencial y lo más fuerte de todo que es el control sobre nuestra vida y la de los demás, lo que se traduce en poder. Esto es lo que conforma el EGO, es nuestro falso Yo que se cree separado y limitado.

El Ego nos es necesario para vivir la ilusión del mundo físico, pero en el curso de la evolución éste va poco a poco desapareciendo. El Ego es el responsable de nuestros sufrimientos porque sufre al verse contrariado en sus deseos profundos, ya sea de sobresalir, poseer, controlar, reconocimiento, aceptación. Según el botón que nos toquen y según cuan vulnerables somos a ese determinado botón, nuestra furia crece. Si entendiéramos que lo que está pasando es algo que necesitamos para crecer en tolerancia, paciencia, amor, compasión, generosidad, seríamos capaces de apagar nuestra ira. Si la situación tiene remedio para qué nos enojamos, utilicemos esa energía en remediarla y si no tiene remedio el enojo sale sobrando.

Hay diferentes maneras en que el ego se manifiesta: en la crítica a los demás está implícita la necesidad de sobresalir, así como cuando se pretende tener constantemente la razón y  los otros estar en el error; el ego está  presente en el que se siente víctima, que trata de provocar compasión y simpatía cuando no logra admiración por algo positivo, o en el que se siente indispensable para que la vida fluya correctamente a su alrededor y aún en el tímido, porque al no sentirse suficientemente inteligente, bello, simpático, rico, prefiere retraerse antes de no recibir la aceptación deseada.

Para detectar al Ego hay que practicar la auto-observación. Sentir nuestras emociones, saber de dónde se originan y así conocernos mejor. Vigilar nuestros pensamientos que pueden estar llenos de ambición, rencor, envidia, celos, avaricia y aceptar las emociones que nos provocan. Al observarlos sin juicio ni culpabilidad se irán poco a poco disolviendo. Para cambiar una actitud no es necesario hacerse violencia, ya que esta negatividad le da fuerza, sino aceptar que tenemos ese defecto porque todavía no somos perfectos y al descubrir cómo funcionamos, el defecto va paulatinamente desapareciendo. Por ejemplo, si nos falta generosidad, al darnos cuenta de esa actitud trataremos de imaginar la virtud contraria a nuestro defecto y ésta se irá inscribiendo poco a poco en nuestra alma. Si reaccionamos únicamente en forma automática ante los estímulos, seguiremos teniendo las actitudes erróneas creyendo que son las correctas, ya que siempre encontraremos justificaciones para ellas.

Si peleamos por la posesión de un bien a costa de cualquier cosa, siempre encontraremos que se nos debía en justicia y no repararemos en métodos para obtener nuestro deseo. Esto no quiere decir que no debamos luchar por obtener lo que es justo, pero siempre y cuando la intención sea honesta y no llevada por la venganza o la ambición. Nunca debemos de pisotear a nadie para obtener algo, si ese algo es para nosotros se dará tarde o temprano.

En algunos casos el Ego es el que aún después de la muerte le impide al individuo ver la Luz y elevarse al mundo espiritual. Quien en vida cree saber y controlar todo, cuando se encuentra en un plano que desconoce está completamente desorientado. El siguiente caso es el de un suicida que tomó esa decisión al estar en una situación de enfermedad terminal; no quería continuar viviendo en esas condiciones que salían del control al que estaba acostumbrado. Me habló así:

–       Necesito que me digas qué me pasa. Me trajeron contigo voces que oigo pero que no sé de donde salen, sólo sé que me morí como yo quería y que me encuentro que sigo vivo sin saber adonde dirigirme. Me dicen esas voces que busque la Luz ¿Cuál? Aquí no hay ninguna y comienzo a desesperarme por no saber qué hacer.

–       ¿Cómo llegué contigo? Esas voces me dirigieron hasta aquí diciéndome que tú puedes explicarme qué hacer. Yo creía que con la muerte física todo se acababa y por eso tomé la decisión de terminar con mi vida que se deterioraba día a día. No estaba dispuesto a convertirme en un ser inútil que significara una carga para los demás, pero mi sorpresa ha sido grande al constatar que la vida sigue pero en un plano desconocido para mí. Aquí es algo sumamente desagradable, puedo ver lo que quiero pero nadie me ve ni me oye y el entorno es frío y oscuro. No sé quién eres ni cómo haces para escucharme, pero si es cierto que sabes qué hay que hacer para salir de esta penumbra, por favor dímelo.

Le contesté que ahora lo que le correspondía era ir al mundo espiritual, ya que una vez desprovisto del cuerpo físico no debía estar en ese plano. Lo único que tenía que hacer era solicitar ver la luz desde el fondo de su corazón y entonces se abriría para él una luz brillantísima que lo llevaría a un mundo de paz, amor y  armonía   

–       Me dices cosas increíbles en las que nunca creí, aunque también me equivoqué al creer que con la muerte del cuerpo todo acabaría. Me sorprende también que podamos entablar una conversación, cosa que nunca hubiera creído, pero que es real. ¿Cómo sabes que esa vida existe si nunca has estado aquí? Voy a seguir mi camino, ya encontraré la salida por mí mismo. Gracias por tus buenas intenciones.

Su ego le impedía seguir un consejo que estaba fuera de su control. Después de algunos días regresó diciéndome:

–       Si es cierto que has ayudado a otros me atengo a tu experiencia ¿Qué tengo que hacer para salir de aquí? Quizás tengas razón en lo de la luz pero no me consta. Sé que he estado acostumbrado a controlar todo en mi vida y es la primera vez que se me sale de las manos esta situación. ¡Cómo voy a confiar en una mujer que no sabe nada de lo que pasa aquí! Sin embargo es cierto que las voces me dijeron que tú sabías qué hacer y cómo hablas pareces estar segura. Creo que voy a hacer caso.

–       Me voy, ya vi la luz, es maravillosa… me acerco y me envuelve llena de calor, de amor, se siente una felicidad infinita y me doy cuenta de muchas cosas erróneas de mi vida, mi enorme orgullo que dirigió mi vida en la Tierra. Sólo el amor y la generosidad son válidas y nunca lo comprendí. Ya me voy a esa vida de la que me hablaste, es increíblemente verdadera, es en realidad la verdadera vida, aquí se comprende todo mucho mejor.

Se advierte cómo después de la muerte se ven con claridad los errores que se tuvieron durante la vida en el plano físico provocados por el Ego y cómo éste impide al alma lograr la plenitud. En el siguiente caso un padre habla con su hija desde el mundo espiritual, a través de mi escritura.

–       Me dan la oportunidad de hablarte, querida hijita desde este lugar infinitamente bello y lleno de amor. Eso es lo que me faltó en mi vida en la Tierra y ahora me arrepiento muchísimo. Toda mi vida el egoísmo es el que la gobernó y como bien dices, no dejé más que problemas a mis hijos. Sólo pido que me perdonen porque ahora entiendo que estuvo muy mal lo que hice. Mi vanidad me entorpeció siempre y no supe amar a nadie, todo lo que halagaba mi ego era lo que aceptaba. No te imaginas los remordimientos que ahora tengo; es verdad que el castigo no existe pero el dolor que te provoca darte cuenta de todo el mal que provocaste es peor.

–       Veo que estás entendiendo el perdón y te lo agradezco muchísimo, espero que algún día tus hermanos lo comprendan, pero creo entender que es algo que no debe importarme pues yo lo provoqué con mi egoísmo y mi ceguera.

–       Ahora estoy en este mundo maravilloso, no sé cómo llegué porque al principio estuve muy enojado por dejar la vida, pero poco a poco empecé a comprender que no valía la pena quedarme allí y seguí las voces que me trajeron a la Luz. Te agradezco tu perdón y la comprensión de que mi actuar fue por falta de conciencia. Te envío todo el amor que no supe darte.

En cuanto se toma conciencia del ego, va paulatinamente desapareciendo y surgiendo la luz de nuestro verdadero Yo.